La viuda déspota, sus cinco hijas, su madre y sus dos criadas. Los nueve personajes de “La casa de Bernarda Alba”, la obra clásica de Federico García Lorca, están entre los más representados del teatro universal. Pero este 8 de marzo, Rosario será sede de una puesta muy especial: la única a realizarse en el día exacto del 80º aniversario del estreno mundial de la pieza. Con adaptación, puesta en escena y dirección general de Gonzalo Catalani, se presentará este sábado 8, a las 20, en el Teatro El Círculo (Laprida 1223).
En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la Compañía Teatral Cosa de Lenguas, en coproducción con el El Círculo, y con el apoyo del Consulado General de España y la Municipalidad de Rosario, compartirán una función única de la versión que vienen realizando desde 2018.
El elenco está conformado por María Laura Carasatorre, María Christou, Maiki Classen, Celeste Elizondo, Marisol Martínez, Claudia Sabatini, Laura Sanchez, Luisina Suarez y Chunga Viale. Esta última, agitadora clave en el regreso del espectáculo después de la pausa obligada por la pandemia, se subirá a las tablas con 93 años para interpretar a María Josefa, madre de la protagonista.
Además de ser un clásico, “La Casa de Bernarda Alba” es “una obra intensa y trágica que explora temas como la opresión, la represión sexual, el deseo, la frustración y la lucha por el poder en una sociedad patriarcal”. La adaptación de Catalini se presenta año tras año en “Hoy Tenemos Función”, el ciclo del Teatro El Círculo para escuelas, y a partir del 2023 sumaron funciones extraordinarias para público en general.
Sin dudas, versionar un texto emblemático y representado en todo el mundo, es un desafío para nada menor. La gesta de esta iniciativa de Catalini comenzó hace casi diez años, aunque casi en el mismo escenario: en el Estudio de Comedias Musicales de El Círculo, donde Gonzalo era docente.
“En un taller empezamos a trabajar la obra e hicimos un montaje inicial. Nos gustó tanto que tiempo después, cuando yo ya no estaba en el Estudio, me convocaron nuevamente para ver si podíamos hacer algo con este bosquejo que teníamos”, contó el director en diálogo con La Capital. Desde 2018, y con pandemia de por medio, sostienen el mismo elenco.
Este 8 de marzo se cumplen exactamente 80 años del estreno mundial de la obra, que se hizo en el Teatro Avenida de Buenos Aires. “Es la última obra que escribió Lorca. El año que viene el texto cumple 90 años, pero a él lo fusilaron a los pocos meses de que la terminó así que nunca llegó a verla estrenada. Pero su amiga Margarita Xirgu se encargó de estrenarla acá. Así que la función de este sábado va a tener una magia muy especial”, aseguró Catalini, contextualizando la importancia histórica de la puesta inminente.
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Una versión con impronta propia
Para dejar su impronta sobre una obra “extremadamente conocida”, y evitar “el cliché de que sea siempre lo mismo”, el director buscó cambiar el eje en la construcción de la propia Bernarda.
“A mí me gusta indagar mucho antes de una adaptación. Con este texto en particular, me pasó que empecé a escuchar al autor. Partí de un soliloquio que tiene Bernarda a mitad de la obra y el encare está puesto en esta mujer. Tomo a Bernarda no como el ogro o el monstruo con que siempre se la representa, esta cosa autoritaria y opresora, sino como un víctima del patriarcado que por deber ser tiene que construir este personaje para sobrevivir en la sociedad de la época”, detalló Gonzalo.
El punto de partida para esta representación es un texto en el que la protagonista se habla a sí misma y enumera todo lo que tiene que hacer. “Me pareció muy valioso ese momento para encarar al personaje y toda la puesta. Creo que es lo que sorprende y lo que gusta porque no se espera esa vuelta de tuerca de ver una Bernarda más humana. Es un doble trabajo para la actriz, porque es construir primero esta mujer que a su vez construye sobre sí misma ese personaje para sobrevivir”, sumó, sobre la labor de María Laura Carasatorre.
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Vale recordar brevemente la sinopsis de la obra para dimensionar este viraje. Bernarda Alba, tras la muerte de su segundo esposo, se recluye e impone un riguroso luto durante ocho años, prohibiendo a sus cinco hijas salir de la casa. Sólo le permite a su hija mayor, hija de su primer marido, casarse. Pero el pretendiente se enamora de la hija menor, y desatan pasiones entre quienes habitan ese espacio con límites rígidos.
La puesta, “intimista y despojada”, “versátil y minimalista”, es otro de los diferenciales de la versión de Catalini y el equipo. Conserva conceptos básicos de la esencia de la obra, a la vez que propone una estética que armoniza y resignifica la escenografía y la iluminación con criterios estéticos-poéticos. La utilería y el vestuario evocan la España rural de principios del siglo XX, un elemento clave de la narrativa.
“Está todo centrado en el peso actoral, en la palabra y el ritmo que eso conlleva. La puesta es muy simbólica, se resignifican constantemente los objetos en escena. Arranca con una cruz que se desdobla y cada una de las integrantes de esa casa lleva un pedazo de esa cruz a la tumba. Entonces está muy despojada de objetos pero muy cargada de metáforas”, compartió Gonzalo en relación a este aspecto de la propuesta.
El trabajo sostenido en el tiempo por el grupo de actrices profundiza y consolida la potencia de los intercambios en los personajes. Muchas surgieron en espacios donde Gonzalo era docente, y otras llegaron recomendadas por algunas de ellas. En conjunto, dieron forma a una forma de hacer colectivamente. Por esta labor, Catalini se quedó con el Premio a Mejor Dirección en los premios rosarinos Butaca 1, mientras que Viale y Carasatorre recibieron menciones destacadas por sus actuaciones.
“Algo que siempre agradezco como director es que hay mucha confianza en mi laburo, y yo confío mucho en ellas. Sabemos que ese es el secreto para una buena puesta. Hay muchísimo, muchísimo laburo y muchísimo respeto en el laburo, y creo que eso por suerte el espectador lo percibe. No está atada con dos hilos, sino que está muy trabajado cada personaje. Es increíble el vínculo que generaron entre ellas las actrices. Se nota la pertenencia que tienen en escena y eso es maravilloso”, subrayó Catalini.
Finalmente, el director destacó el trabajo de Chunga Viale, la actriz de 93 años que “tenía la edad de su personaje” tiempo atrás, cuando arrancó el proceso de construcción de la obra. “Ella es el motor que nos hace pensar que si ella puede, por qué no vamos a poner nosotros. Es una persona que está todo el tiempo tirando para adelante. Es un placer en los ensayos, y mucho más en la función, verla en escena porque apenas sale captura a la gente. Tiene un monólogo, canta a capella, es muy interesante su laburo y su ejemplo”, cerró Gonzalo.